11 julio 2012

SKRILLEX Y ZOMBIE KIDS

Comíamos unas hamburguesas, no sabíamos hacia donde nos dirigíamos realmente. Cogimos un bus camino a lo desconocido.

Llegamos a un polígono industrial, música, alcohol, drogas y humo se mezclaban en el aparcamiento donde estuvimos esperando a que entrase a tocar el hombre por el que todos estábamos allí. Después de tomar algo y encontrar a unos cuantos amigos decidimos entrar a eso de las 2 y no saldríamos hasta las 7. Entramos, y lo primero que llamo nuestra atención fue la inmensidad del lugar. Entramos a la sala principal donde un hombre manejaba a las masas hambrientas de Dubstep. Salimos a tomar el aire y de repente un grito: -¡YA HA ENTRADO! Nos amontonamos todos y conseguimos una buena posición para verle. Ahí está. Nunca hubiese pensado que en su estado original tuviera el pelo rizado. Después de ello solo recuerdo una marea de dos horas de hostias, saltos, gritos y sonrisas. QUE EUFORIA JODER. Salí un rato a tomar el aire, acompañado de Ella. La quiero jodere. Tras beber hectolitros de agua entramos de nuevo a ver a ese grande. Vimos el final de su actuación y el principio de la de los grandes Zombie Kids. Saltamos más, y tras ello salimos a dar una vuelta por el enorme complejo de Fabrik. Camas, un jacuzzi y un tobogán de agua nos asombraron, aunque nos decantamos por un ratito en las camas.

Finalmente unos amigos se arriesgaron con el coche para devolvernos a casa donde llegamos finalmente a las 8 de la mañana.

Ojalá vuelva a sentir esa sensación que recorría mi cuerpo, como un nirvana prolongado.


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