El pabellón municipal Madrid Arena albergó en 2012 uno de
los peores incidentes registrados en la historia reciente de las fiestas
españolas. Dicho incidente residió en la mala gestión de la empresa
organizadora de la fiesta. La empresa había organizado para la noche del 31 de
octubre una de las mayores fiestas de la capital, contratando al Dj de fama
internacional Steve Aoki. Durante el transcurso de la fiesta se produjo un
suceso que hizo cundir el pánico entre los más de 16.000 asistentes al evento,
alguien del público lanzó una bengala al aire alrededor de las 3:30 con lo que
la gente trato de salir del recinto. El incidente ocurrió al no estar
preparadas las salidas de emergencia ni el personal de seguridad puesto que se
creó un embotellamiento que terminó con tres chicas muertas por asfixia y otras
dos víctimas que posteriormente fallecieron en el hospital por lesiones
causadas en el embotellamiento.
Lo más trágico del suceso fue que podía haberse evitado si
el dueño de la empresa, Miguel Ángel Flores hubiese limitado el aforo hasta lo
legalmente establecido para el local, unas 10.000 personas. Además de esta
infracción, hubo otros cuatro puntos incumplidos por Miguel Ángel Flores, a
través de la empresa Diviertt:
-El
pabellón carecía de la licencia de funcionamiento puesto que no cumplía las
exigencias de evacuación y emergencia.
- La
empresa Diviertt no podía alquilar el recinto debido a sus deudas con la
Seguridad Social, y esto solo fue posible por la relación de Miguel Ángel
Flores con altos cargos del ayuntamiento.
- Hubo
un nulo control policial en el exterior, donde se celebraba un macrobotellón, y
en el interior, donde la empresa Seguriber contratada por el empresario no
tenía control de las cámaras de vigilancia donde ya se advertía el futuro embotellamiento.
- No
habían sido contratados unos servicios sanitarios mínimamente dotados, por lo
que las víctimas no pudieron ser atendidas en el acto.
Desde este suceso en noviembre del 2012 se han llevado a
cabo investigaciones sobre el delito cometido pero sin haber llegado aún a un
veredicto. Esta tragedia ha sido causada, ya no solo por la empresa Divirtt y
su dueño, que fueron los máximos responsables del incidente; según
investigaciones llevadas a cabo en lo que lleva abierto el caso, también estuvieron
implicados altos cargos y concejales del ayuntamiento madrileño e incluso se
está estudiando la posibilidad de que la policía local falsificase los
documentos sobre esa noche para tapar posibles negligencias por parte del
cuerpo.
Aquí se halla la base de este reportaje. A raíz del
incidente del Madrid Arena, todas las salas de ocio nocturno tuvieron que tomar
medidas para protegerse ante este tipo de problemas. La medidas fueron desde
aumentar los precios de entrada hasta subir la edad mínima para entrar, todo
ello pasando porque muchas de estas salas no cumplían regularmente con su aforo
máximo ni con las normas de seguridad establecidas para las salas.
Los meses siguientes al incidente ocurrió una relativa
tranquilidad en cuanto a este tipo de sucesos relacionados con eventos
nocturnos. Sin embargo, Madrid Arena no fue el principio. En el 83 se dio el
caso de la discoteca Alcalá 20, donde 82 jóvenes perdieron la vida a causa de
un incendio en el local. Todo sucedió por las malas dotes de seguridad con las
que contaba el local, y aun con todo a los responsables, y pasados once años,
les impusieron solo dos años de prisión. Pero la cosa no acaba con estos dos
incidentes. En la historia del Madrid nocturno más reciente aparecen dos casos
de sobreaforo en dos de las discotecas más conocidas de la capital.
Está el caso de la Sala Arena, la actual Sala Marco Aldany.
Dicha sala se especializa en un tipo de música distinta a la de otros locales y
es pionera en traer a artistas internacionales de estos estilos. Además,
también hay de vez en cuando fiestas especiales como sería la PaintGlow o
Fiesta de la Pintura donde, junto con la tradicional música de la sala echan al
público litros de distintos colores de pintura luminiscente. Pues en una de
estas PaintGlow se dio el caso de que se pudo comprar la entrada anticipada.
Cual fue la sorpresa de miles de jóvenes cuando se encontraron a las dos de la
mañana con que los dueños del local habían sacado casi el doble de entradas a
la venta del aforo completo de la sala. En este caso no se superó el aforo en
la sala, pero el caso es que se proponían a hacerlo cuando llego la policía
ante los cuales no se hizo otra cosa que cerrar la entrada de todos los
asistentes que aún se hallaban fuera de la sala los cuales no dudaron, en parte
por el engaño con las entradas y en parte por el estado de embriaguez de
algunos, en usar la fuerza contra la seguridad del local que rápidamente se
refugió dentro del mismo, y contra los policías. El evento terminó como una
batalla campal entre las fuerzas antidisturbios y todos los jóvenes indignados
por el engaño. Esto solo llevo a un par de heridos y otros tantos detenidos.
También está el caso más reciente y vergonzoso, pues este ha
ocurrido después de la tragedia de Madrid Arena. Esto sucedió en la discoteca
Moma donde el sábado 16 de noviembre de este mismo año una gran cantidad de
jóvenes habían optado por salir a divertirse en una discoteca. La sorpresa fue
cuando alrededor de las 4:30 de la mañana se presentaron agentes de la Unidad de Investigación y Coordinación Judicial y
de la Unidad Integral para investigar un supuesto caso de sobreaforo. Lo que
llama la atención del caso no es ya el hecho de que hubiese sobreaforo, sino el
hecho de que este fuese de un 500% más de lo permitido, estando en la sala en
el momento de la llegada de los agentes 1.510 personas, cuando el aforo
completo del local está legalmente estipulado en 298.
Posiblemente todos estos casos se sigan sucediendo debido a
que las sanciones que se aplican no conllevan por lo general a grandes pérdidas
a sus dueños, los cuales están demostrando que se aprovecharán de cualquier
situación con tal de lucrarse. Además habría que achacar en parte estos sucesos
a ciertos políticos sin demasiados escrúpulos a los que no les suele costar
demasiado firmar licencias y permisos a cambio de sumas importantes o favores.